El camafeo, realizado en lapislázuli afgano de buena calidad y color, unido a las características de la talla, nos sitúa en el entorno de la familia de lapidarios milaneses Miseroni, quienes produjeron obras similares a la presente, adquiridas algunas por Rodolfo II. El emperador tenía predilección por el lapislázuli, quizás a causa de sus supuestas virtudes mágicas, al igual que sucedía con otras piedras. Además de algunos importantes vasos, los Miseroni realizaron camafeos en lapislázuli, como el basado en los modelos de Abondio que, unido a un rosario, se encuentra en el tesoro de la catedral de San Vito en Praga (...) El empleo en la joyería española de los camafeos italianos de lapislázuli está documentado con algunos ejemplos. En el museo de Belfast se encuentra una serie de camafeos con bustos de los doce Césares engastados en elementos de oro -hallados en la galeaza Girona, que formó parte de la Armada contra Inglaterra- (...) Por lo que respecta al asunto, admite pequeñas variaciones y es imagen frecuente (...) En resumen, es ésta una pieza de escelente calidad, que adscribimos al más importante de los talleres milaneses de piedras duras del Renacimiento.