Las marcas de esta pieza no son antiguas. Da la impresión de que se pretendió con ellas una apariencia de marcaje londinense: león pasante y cabeza de leopardo (que no aparece precisa), letra como marca cronológica (aunque hay dos y no una) e iniciales de nombre y apellido del artífice (si bien ninguna marca inglesa tiene marco en rombo); además de las incoherencias indicadas hay otra marca deliberadamente confusa. En conclusión, nada significan tales marcas a efectos de distinguir origen y datación. Si con las marcas se intentaba orientarnos hacia la platería inglesa, el tipo nos conduce por el contrario a la germánica y, quizá más concretamente, a las producciones de Augsburgo en torno a 1600. Los picheles ingleses, nunca fabricados con la abundancia que se hicieron en los centros alemanes, tienen caracteres distintos que no se relacionan de modo preciso con los de este ejemplar. Todos los elementos estructurales coinciden con los picheles de Augsburgo: cuerpo cilíndrico, un poco más estilizado que la mayoría de los augsburgueses, tapa de cúpula aplastada aunque con escocia debajo, asa en ese y pequeña fala con pestaña al fnal del cuerpo. También en la decoración se encuentran paralelos: adornos en el canto del asa, las tres medallas e incluso el adorno de frutos, espejos o ces. Pero el trabajo de relevado es distinto, de cierta tosquedad que solo a partir del siglo XVII se observa en algunos centros y plateros. El aspecto como convexo, por la curvatura de las superficies relevadas, nada tiene que ver con la labor cincelada que se emplea en torno a 1600, pero tampoco con el trabajo en relieve usado entonces. Táctil y visualmente se reconoce, sin dudas, que la pieza está hecha en el siglo XIX.