El presente lienzo guarda una estrechísima relación con el estilo y prototipos compositivos del también sevillano Andrés Cortés y Aguilar, conocido sobre todo por su faceta como pintor de escenas de rebaños con figuras inmersos en un paisaje, gozando con ellos de cierto éxito entre la clientela de su tiempo. En efecto, Cortés sitúa siempre las reses acompañadas de pastores en un plano muy próximo al espectador, con un tamaño mayor al habitual en este género, concediéndoles, por tanto, el protagonismo principal de las escenas. Además, este artista siempre cuida especialmente el marco paisajístico en que se desenvuelve el ganado, difuminando las lejanías, salpicadas casi siempre de figurillas y alguna construcción, y enmarcando los rebaños entre delicadas arboledas y amplios celajes; características que se conjugan todas ellas en el presente lienzo, que se corresponde además con los modelos humanos y animales seguros de su mano. No obstante, algunas deficiencias del dibujo y cierta planitud de la técnica, que en Cortés suele ser más turgente y jugosa en el modelado del ganado, parecen más bien indicar que pueda tratarse de una obra de su taller o seguidores más inmediatos.