Pintura al óleo sobre tabla dedicada a un santo obispo (¿San Martín de Tours?) que formaba parte del cuerpo de un retablo, en la calle colateral derecha. Se representa a un santo obispo revestido con los atavíos episcopales de su dignidad, alba, tunicela, capa pluvial de brocado, báculo y mitra, en pie, vuelto hacia el lado izquierdo, con el báculo en la mano izquierda y gesto de bendecir con la derecha. La ausencia de cualquier tipo de atributo impide su identificación personalizada. Se encuentra delante de un muro de color gris terminado en crestería gótica que separa la estancia que ocupa del jardín al que pertenecen dos árboles cuya silueta se recorta sobre un cielo dorado. En esta ocasión hay también detrás del santo un paño de brocado que realza su figura. Se trata de una obra de probable procedencia aragonesa como lo sugiere su estilo, que permite atribuirla al pintor aragonés Martín Bernat, destacado autor de retablos residente en Zaragoza, cuya documentación abarca desde 1450 a 1505. El modelo de prelado que aquí se nos ofrece lo encontramos en obras documentadas de dicho pintor, como en el retablo de la Purificación de la capilla del canónigo don Antón Talavera de la catedral de Tarazona (Zaragoza), de 1493. (...) La pintura que aquí se estudia y su compañera dedicada a San Blas (Inv. nº 2.541) pudieron haber formado parte de un mismo retablo, dada la similitud, aunque no absoluta igualdad, de medidas y de composición. Este origen común, que no significa que sean obra de una misma mano, es habitual en los pintores Miguel Jiménez y Martín Bernat quienes gustaban de trabajar en colaboración, como en el ya citado retablo de la Santa Cruz de Blesa (Teruel) o en los retablos de las iglesias de Pradilla de Ebro (Zaragoza), y de San Gil abad de Zaragoza y en el de la Catedral de San Salvador de Zaragoza, no conservados.