Se trata e una pieza que intenta imitar las formas góticas pero con elementos tipológicos y ornamentales que muestran su modernidad. El pie presenta una estructura de lóbulos y puntas que se empleó en época gótica pero no con la proporción y forma que en este cáliz, donde resulta una planta casi cuadrangular. Los adornos de ramos en la rosa y en el nudo no son la típica cardina u otras hoja usuales en el siglo XV, y también nos resultan desconocidos los roleos espinosos que decoran la franja central del nudo. La utilización de piedras semipreciosas engastadas es muy propia de las tendencias neogóticas de fines del siglo XIX. También hay que advertir que el adrono rallado del astil suele ser de tracería arquitectónica pero nunca un simple rectángulo. No se encuentran ejemplares parecidos a este cáliz ni dentro ni fuera de la Península Ibérica en época gótica y cualquier elemento que pudiera vislumbrarse con alguna similitud aparece aquí con transformaciones fundamentales, de manera que no se ha tratado de imitar un cáliz antiguo sino de realizar una nueva obra de apariencia gótica. Debemos advertir, por último, que no detectamos la mano del platero que tantas piezas pseudogóticas dejó en la colección Lázaro.