Representa a un donante armado con hábito de almirante sobre la armadura, gironado en blanco y carmín con galones de oro y temas heráldicos bordados. A sus pies reposan la lanza, la celada y los manípulos. El donante es presentado ante la Virgen por su patrón, San Cristóbal. Al fondo de la escena aparece una arquitectura en la que ha querido verse la catedral de Santo Domingo, antes de ser terminada en 1540. A la derecha de la catedral, dos ángeles portan un escudo que identifica la orden de los dominicos y, a la vez, confirma que la escena se desarrolla en la primera ciudad cristiana de América.
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Representa a un donante armado con hábito de almirante sobre la armadura, gironado en blanco y carmín con galones de oro y temas heráldicos bordados. A sus pies reposan la lanza, la celada y los manípulos. El donante es presentado ante la Virgen por su patrón, San Cristóbal. Al fondo de la escena aparece una arquitectura en la que ha querido verse la catedral de Santo Domingo, antes de ser terminada en 1540. A la derecha de la catedral, dos ángeles portan un escudo que identifica la orden de los dominicos y, a la vez, confirma que la escena se desarrolla en la primera ciudad cristiana de América.
No se trataría de un retrato tomado del natural, sino de una copia de otro anterior desaparecido. En esta teoría abunda el hecho de que aparezca la catedral de Santo Domingo en avanzado estado de construcción y también la indumentaria del almirante. El hábito gironado en rojo y plata, colores de los Austrias, y el escudo bordado en el pecho con el lema PLUS OULTRAE entre las columnas de Hércules son más propios del siglo XVI que del XV. La moda del peinado de la figura de Colón corresponde, sin embargo, al de un retrato de la época de los Reyes Católicos y en la fisonomía del personaje podríamos llegar a ver los rasgos de Colón descritos por Antonio de Herrera en su Crónica de Indias: "el rostro luengo y autorizado, la nariz aguileña, los ojos garzos, la color blanca que tiraba a rojo encendido, la barba y los cabellos cuando era mozo rubios ...". Carderera en su informe sobre los retratos de Cristóbal Colón no menciona la tabla que nos ocupa aunque si habla de una de dimensiones semejantes que fue trasladada a La Habana desde Santo Domingo, pero que desafortunadamente no llega a describir. Nada nos obliga a pensar que nuestra tabla estuviera en España en 1847, cuando Carderera escribe su obra. Por el contrario Angel Luis López sostiene que Lázaro debió adquirir esta tabla en París en 1893, fecha en que se llevó a cabo la venta de los documentos de los supuestos restos de Colón en esa ciudad. La reciente restauración de la obra y los pertinentes análisis de pigmentos llevados a cabo indican que para la realización de esta pieza se han utilizado los habituales de la pintura de la primera mitad del siglo XVI. Estamos pues, ante una obra de gran riqueza iconográfica aunque de factura mediocre, que podría ser el retrato más antiguo que se conserva de Colón, aunque los estudios al respecto no se pueden dar por concluidos (LÓPEZ REDONDO, Amparo).
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