La bellísima obra, de esquisito colorido puesto de manifiesto por la reciente limpieza, es obra muy representativa del manierismo italiano, que se apoya en Miguel Ángel para el poderoso dibujo de los desnudos en actitudes forzadas, o más bien en sus discípulos o imitadores boloñeses como Peregrino Tibaldi, enriqueciéndolas con aportes toscano-romanos del tipo de Prospero Fontana, y muy próximos a Vasari y a Salviati. Todo ello encamina la atribución hacia Oracio Samachini en cuya formación confluyen todos esos componentes. (...) Efectivamente la delicada suavidad de los desnudos, la coloración en la que brillan tonos sonrosados y azules tiernamente matizados y la fuerte carga de contenida sensualidad que el lienzo rebosa, nada tiene que ver con Pedro de Campaña aunque, desde luego, es cierta su relación con el arte de ciertos romanistas nórdicos. (...) Aunque ninguna de las atribuciones apuntadas es verdaderamente convincente, sitúan al lienzo en su verdadero emplazamiento, es decir, el el mundo del último Manierismo, abierto ya hacia la "reforma" propugnada por la Iglesia Contrareformista. Si el autor del grabado de línea, incluido en el libro de 1812, se hubiese permitido ciertas licencias en el fondo del paisaje, podría pensarse que el lienzo de los Giustiniani (ejemplar de misma composición con ligeras variantes en el paisaje) fuese el mismo que catalogamos. De lo contrario es preciso deducir que existieron dos versiones casi idénticas. En ésta, la restauración y el estudio radiográfico y de fotografía infrarroja ha puesto de manifiesto arrepentimientos y modificaciones de dibujo que abogan por el carácter de original y no de copia. (...)