La pieza no parece antigua. Por ello ni siquiera habría que plantear si fue custodia o relicario, pues nada de ello debió ser; la hemos titulado custodia porque el diámetro correspondiente al viril es grande. Se trata de una obra con lejana inspiración en modelos centroeuropeos pero sin que coincida con ninguno de los que conocemos, ni siquiera en alguna de sus partes. Como suele suceder en estas producciones, aparecen cumerosas incongruencias y anacronismos, pero pocas veces se advierten tantos y tan aparentes. Citaremos algunos de ellos. Las tres figuritas, indeterminadas en cuanto a sus atributos, son idénticas, fundidas con el mismo molde. Las ramas bajo el templete, al margen de su aspecto tan simple, enroscan en sentido contrario al usual. El cuerpo de remate, sin ningún adorno, es de una traza inconcebible en época gótica y lo mismo sucede con los basamentos bajo la figura, donde uno, incluso, presenta la arista hacia el frente. La planta del templete y el pie es estrafalaria, con tres lóbulos frontales, lo mismo que la superposición de otro cuerpo de planta circular. Incluso los escudos son inventados, tanto en su tipo como en sus figuras de las que solo es identificable la flor de lis, aunque Sanz intentó relacionarlos con el donante y la orden franciscana o con determinados cónyuges.