San Juan Bautista
Vida de San Juan Bautista
La escena representa a San Juan Bautista meditando en soledad en plena naturaleza. En el exuberante paisaje el pintor introduce extrañas formaciones geológicas y raras especies animales y vegetales nacidas de su imaginación. La inquietante planta que crece junto al santo oculta la figura de un personaje orante, sin duda el comitente de la obra.
Fraenger piensa que el Bosco se inspiró para esta pintura en las "Visiones de Isaías" (...). El arbusto espinoso, ondulante y de formas inquietantes, parece tener vida e impulsos propios, y Devoghelaere lo identifica con el Árbol de Jesé (AV. 1936); el fruto grande y redondo lo describe Camón Aznar como la flor de la adormidera y Baldas como una visión lúdica y simbólica de la mandrágora, estimado filtro de amor en la Antigüedad, en el Medioevo y en la "Biblia" y que interpretó en este caso como fruto demoniaco ("Génesis", 30, 14-21 y "Cantar de los Cantares", 7, 14). (...) La planta de hojas lobuladas y frutos amarillos pálidos de las "Meditaciones de San Juan" que, al margen de otras explicaciones ya mencionadas, Tolnay justificó como signo de las tentaciones carnales, reproduce un "citrullus colicynthis", es decir, una manzana amrga o calabaza de origen norteafricano y una variante del melón de agua. De las dos especies reproducidas en el "Herbal" de Dodoens, la elegida por El Bosco forma parte de la flora, de fines medicinales, de España e Italia. (...) El pájaro de formas extrañas que picotea las semillas del interior se ha relacionado con la atracción del hombre por los placeres, y se repite en el "San Jerónimo" del Museo de Gante. (...) Aunque el conocimiento de la amargura de este fruto se remonta a la "Biblia Vulgata" (Reyes, 4, 34-38). Probablemente, El Bosco debió de conocer ilustraciones de plantas o el manuscrito de Discórides, aunque hasta 1555 no fue tema de divulgación. San Juan señala con el índice el "Agnus Dei", en un gesto recordatorio de su vida pública junto a Jesús (...), pero Baldass piensa en un sueño del santo; la visión imaginaria del placer de los sentidos que le impiden concentrarse en la meditación y en su misión de precursor del Salvador. La planta en este caso anuncia el amargo destino del Cordero y de san Juan (Juan 1, 29). Fraenger se suma a esta línea interpretativa cuando observa que el manto rojo del martirio sustituye el habitual peludo y, en opinión de Grazini, los cardos envolventes y las espinas sugieren la coronación y la amarga bebida de hiel y vinagre que ofrecen a Cristo en la cruz. (...) El resto de los símbolos efigian un entorno maléfico y recrean las fuerzas diabólicas que someten al hombre. La salamandra, el cuervo y el oso, signo de pereza (...) conforman el léxico boschiano y su rosario de conceptos esotéricos. Fraenger interpreta las extrañas arquitecturas del fondo a la izquierda, como la prisión del Santo y Bax los elementos paisajísticos, como el mal imperante en el mundo. Cronológicamente esta tabla hay que situarla entre sus últimas obras (1485-1510), cercana en fecha al retablo de los ermitaños de Venecia y San Cristóbal de Rotterdam. La tabla está cortada unos centímetros en la parte superior e inferior y parece ser que formó parte de un tríptico al que también perteneció el San Juan en Patmos de Berlín.
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