Esta pequeña obra, de calidad muy fina y dibujo impecable, debe situarse en las postrimerías del siglo XVIII. J.L. Morales lo atribuyó directamente a Vicente López, pero J.L. Díez, en su monumental monografía dedicada al artista valenciano, señaló las diferencias con el estilo de López y lo situó, acertadamente, en el ambiente italiano académico de la segunda mitad del siglo XVIII, señalando que un lienzo de mayor tamaño, de la misma composición, se encontraba en el comercio madrileño de arte en 1988. Esta composición, efectivamente, tiene componentes italianos, pero puede ser fruto de alguno de los españoles que pasaron por Italia en los años finales del siglo XVIII.